MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS DE LA
PROVINCIA DE GRANADA
Esperanza Guillén Marcos
Las estampas de la Alhambra que presenta la Diputación de Granada forman parte de la más importante iniciativa editorial emprendida en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX, destinada al estudio histórico de la arquitectura española.
Desde 1856 a 1882, a instancias del Ministerio de Fomento, y respondiendo a una sensibilidad cada vez más acusada hacia la conservación del patrimonio artístico, se publicarían una serie de cuadernos compuestos cada uno por ocho o nueve estampas y un texto explicativo que no tenía por qué corresponderse con éstas, ya que nunca constituyó un conjunto ordenado y su salida a la venta estaba condicionada por el ritmo de realización.
La génesis del proyecto hay que buscarla en la iniciativa de la Escuela Superior de Arquitectura de enviar a alumnos, bajo la dirección de profesores, para dibujar edificios singularmente representativos de nuestro pasado artístico dispersos por todo el territorio español Más adelante, ante el resultado de estas campañas, se solicitó el amparo estatal para la edición grabada de dichos dibujos.
Con Monumentos Arquitectónicos de España se pretendía introducir objetividad y sentido crítico en los estudios. sobre arquitectura, por lo que se trabajó de modo simultáneo en diversas zonas sobre la base de una singular clasificación en arte (pagano, cristiano y mahometano), estilo (latino, bizantino, románico, mudéjar, ojival y renacimiento) y uso (civil, religioso o militar). Las manifestaciones arquitectónicas del Barroco no merecieron la consideración de esta obra, pues, a estas alturas del XIX, aún se producía un lento proceso de recuperación del arte de ese periodo.
La empresa fue desde sus inicios deficitaria o, lo que es lo mismo, los costes eran superiores a los beneficios obtenidos con la venta Por ello, en 1875, con objeto de rentabilizar el proyecto, el Estado firmó un contrato con un editor privado, Jose María Gil Dorregaray, que se propuso popularizar la obra y aumentar la tirada; el final de la edición corresponde con la muerte de éste en 1882.
Hay que destacar la enorme contribución que esta obra supuso para el desarrollo del grabado calcográfico y la litografía en nuestro país, al obligar a la adquisición de moderna maquinaria e incentivar la formación de maestros locales L a impresión de los textos, a dos columnas, en español y francés, debidos en su mayoría a José Amador de los Ríos, Manuel de Assas y Pedro de Madmzo, se realizó en la Imprenta Nacional; la de los grabados sobre acero y cobre en la Calcografía Nacional, y las litografías en las casas de Mateu, Donen y Castell. La escasez de especialistas obligó a recurrir a maestros extranjeros como el grabador francés Emilio Ancelet, el alemán Stüler y los litógrafas Federico Kraus y Feófilo Ruflle, los cuales intervienen en las estampas de la Alhambra, junto a españoles como Joaquín Pi y Margall, Lamberto banzo o Francisco Pérez Baquero.
Se trata de una obra de gran formato -setenta y cinco por sesenta centímetros-, suntuosa y exhaustiva, conservadora en su realización y en la que se utilizan las técnicas del aguafuerte sobre acero y a veces cobre, el aguatinta, la cromografla (estampación en diversos colores sobre metal), y la cromolitografía (con matriz de piedra y en color), La Alhambra es el único monumento de nuestra provincia que fue incluido en el proyecto, y sus dibujos fueron realizados, entre otros, por Rafael Contreras, director de la Alhambra y restaurador adornista y, sobre todo, por su hermano Francisco. Al primero se debe una sección transversal de la Mezquita y al segundo la planta general de los Reales Alcázares de la Alhambra, junto a otras láminas que suelen centrarse en ejemplos decorativos de distintas estancias del monumento Además trabájarlan como dibujantes Jerónimo de la Gandara, Nicomedes de Mendfvil, José Rubio, Ricardo Arredondo o Jose María Ramón, autor de una preciosa estampa que representa distintos alicatados del salón de Embajadores que luego sería grabada e impresa en diversos colores por Ancelet en la Calcografía Nacional.
Se recurrió al apoyó de la fotografía, pero como simple medio auxiliar para los dibujantes, y se fotografiaron sólo detalles, nunca aspectos generales.
Monumentos Arquitectónicos de España se distribuyó, además de en librerías, por diputaciones, ayuntamientos, bibliotecas públicas, institutos o universidades Entre sus suscriptores se contaban la reina Isabel II, Amadeo de Saboya, el papa Pío IX, los reyes de Bélgica y Holanda o ilustres especialistas como Viollet le Duc, y llegó a países que van desde Inglaterra a Cuba, desde Turquía a Australia; con lo que se convirtió, durante el siglo XIX, en la más interesante iniciativa propagandística o difusora de las excelencias arquitectónicas de nuestro pasado.